Entrevista a Nerea Rodríguez, exalumna y actual profesora de London School of Languages

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— Háblanos un poco sobre ti…

— Mi nombre es Nerea Rodríguez, soy de Rentería de toda la vida. Desde los 10-11 años he sido estudiante en London School. Inicialmente, comencé estudiando inglés en el English School de Donostia, pero pronto me trasladé a un colegio en Rentería. Mis padres querían que continuara con el inglés, y a mí siempre me encantó, así que empecé a venir aquí. Recuerdo que evaluamos varias academias, y a mis padres les gustó mucho London School.

Estoy a punto de terminar la carrera de Estudios Ingleses (lo que antiguamente se conocía como Filología Inglesa), y lo combino dando clases aquí en London. A veces los horarios son un poco caóticos, pero estoy muy contenta. Pronto empezaré con mi Trabajo de Fin de Grado, para el cual la experiencia aquí en London me es de gran ayuda.

— ¿Recuerdas tus días como alumna en London School? 

— ¡Claro que sí! Venía del English School, por lo que mi nivel, en comparación con mis compañeros, era bastante alto. Empecé a aprender inglés desde los 2 años, y casi todas las materias eran en inglés, excepto lengua castellana y euskera.

Mi primera profesora fue Bea, cuando ella era Head Teacher en Oiartzun, éramos un grupo de 5 jóvenes, todos mayores que yo (al menos 4 años). Pero recuerdo que ¡me lo pasaba genial! Al final, siempre me sentaba en una esquina, los veía hacer tonterías y morirse de la risa con Bea, ¡y eso me encantaba! Con el tiempo, cambiaron mi grupo y esos compañeros han sido con los que he continuado prácticamente toda mi vida en London. Algunos se van, otros entran, pero más o menos éramos los mismos, y siempre había un ambiente muy positivo. Tanto con los profesores como con los alumnos, nos sentíamos como en casa.

— ¿Por qué elegiste el inglés? ¿Quién te motivó?

— Desde pequeña sabía que quería ser profesora; siempre he sido muy didáctica. Tenía una pizarra en mi habitación, donde jugaba a ser profesora con mi hermana, creándole fichas y exámenes. Además, a medida que entraba en la adolescencia, mis profesores siempre me decían que no valía para estar en una oficina, que soy una persona que necesita interactuar con la gente. Sabía que tenía que trabajar en algo que involucrara a las personas. Tengo una profesora que solía llamarme “la voz del pueblo”, para que te hagas una idea. Creo que si quieres cambiar algo, debes hacerlo desde el principio, y creo que la educación es el principio de todo, la clave para cambiar las cosas. Dado que siempre me ha gustado el inglés y se me da bien, al final me pareció algo evidente. Si me gusta, se me da bien y, profesionalmente, me llena enseñar.

— ¿Cómo fue tu experiencia con el curso CELTA? ¿Conocías su existencia?

— La verdad es que como alumna no conocía este curso. Después de dejar la academia para estudiar en Vitoria, fui a recoger a mi hermana a London, ya que ella seguía viniendo. Al saludar a Amaia, Bea y al equipo, ellos mismos me hablaron de la existencia de este curso y me animaron a participar. Ese año no me inscribí porque no me atreví. Un año después, lo recordé y se lo comenté a mi madre, quien me animó a hacerlo, a pesar de que ya estaba cursando una carrera. Al final, en la universidad no nos enseñan a enseñar, no sabemos cómo impartir una clase ni siquiera sabemos si al final nos puede gustar. No tenía referencias de cómo se daba una clase. Fue principalmente esto lo que me motivó a realizar el curso, la posibilidad de experimentar en vivo la experiencia de impartir una clase.

— ¿Cómo describirías el curso CELTA?

— El curso es muy intenso, pero muy enriquecedor. Es como una masterclass que comprime un máster de 9 meses en un solo mes. Estás de 9 AM a 9 PM, ya que no es cierto que termines a las 5 de la tarde (siempre tienes tareas pendientes para el día siguiente). Son intensivos de 12 horas al día durante un mes. Tienes que mentalizarte de que pasarás el mes así. Al final, recibes un feedback constante y debes tener en cuenta ese feedback para mejorar continuamente mientras te enseñan nuevas cosas, etc.

Recuerdo que Karen, en la entrevista, me advirtió: “Esto es lo que hay, es lo que va a haber, y no quiero engañarte. Pasarás un mes entero con la cabeza metida en el portátil. Comerás en media hora, y la otra media hora la dedicarás a adelantar tareas porque no te dará la vida, ¡pero se saca!”. Hay que tener en cuenta que durante ese mes no harás nada más que el CELTA.

La presión aumenta cuando te das cuenta de que eres responsable de dar clase a un grupo, ya que, además de recibir clases, eres responsable de impartirlas a alumnos de todas las edades y niveles muy bajos.

— ¿A pesar de todo, lo disfrutaste?

— ¡Mucho! Fue mi primera experiencia en la enseñanza, y lo disfruté al máximo. Además, entre los alumnos del CELTA, creamos un buen grupo. Gracias a este curso, conocí a gente que de otra manera jamás habría conocido, y lo mejor es que encontré trabajo en lo que me gusta.

— ¿Qué destacarías del curso CELTA?

— En primer lugar, y para mí, lo más importante, me enseñó a ponerme frente a un grupo de 10 personas a enseñar. Como dije antes, me llevé muy bien con mis compañeros del curso, con los que lloré durante un mes. También me sirvió para darme cuenta de que los profesores tienen mucho trabajo de preparación antes y después de cada clase. Por ejemplo, si en una semana doy clases durante 10 horas, tengo que tener en cuenta que mi trabajo es más de 10 horas, ya que debo preparar cada clase y buscar metodologías que funcionen para cada alumno. En definitiva, me sirvió para ver que hay muchas cosas a tener en cuenta para impartir una clase, algo de lo que inicialmente no tenía ni idea. Cuando una clase no va bien y debes preparar la siguiente para que los alumnos aprendan algo nuevo y al mismo tiempo quede claro lo anterior. O al revés, cuando das una clase con la que quedas muy contenta. En ambos casos, debes tener en cuenta varias cosas para garantizar el proceso de aprendizaje de cada grupo y cada alumno. Es necesario analizar bien a los alumnos y ver qué cosas faltan y cuáles no.

También aprendí a adaptar un libro a la clase y a un grupo en particular. Puedes tener dos grupos del mismo nivel, pero las clases pueden ser totalmente diferentes. Me ayudó a ver todo el trabajo que hay detrás de una hora de clase.

Además, mis compañeros me ayudaron mucho. Si alguna tema me costaba impartir, siempre ofrecían soluciones, ya sea actividades, metodologías o simples trucos para enseñar de manera más eficaz.

— ¿Recomendarías el curso CELTA?

— Sí, recomendaría el curso CELTA a cualquier persona que haya considerado la enseñanza relacionada con idiomas. En primer lugar, te ayuda a darte cuenta de si realmente te gusta enseñar. En segundo lugar, aprendes mucho en muy poco tiempo, por lo que es muy efectivo. En un mes (que en la vida de cualquiera no es mucho), aprendes muchísimo. Y tercero, te permite dar clases, ¡así que es un curso increíble!

Y si encima terminas trabajando en el lugar donde lo hiciste y donde has estudiado toda tu vida, pues encantada de la vida.

— ¿Qué te motivó a unirte a nuestro equipo?

— En primer lugar, mi experiencia como alumna aquí fue muy positiva. Cuando llegas a un lugar, puedes notar si tiene fundamentos o no. Cuando eres más joven, es posible que no te des cuenta tanto, pero escuchando a tus padres, que si un día no se puede dar clase se recupera, eso no lo hace ninguna academia. Llamar por algún problema y siempre tener a una persona en secretaría que te conoce perfectamente y te ayuda a resolver ese problema. He vivido eso como alumna, por lo que siempre me ha parecido un lugar con mucho fundamento. Trabajamos muy duro para que los alumnos no solo aprueben los exámenes (que, por supuesto, es importante), sino también para que interioricen el idioma.

Además, siempre me he sentido muy cómoda como alumna, había un ambiente muy positivo. Al haberlo disfrutado tanto como alumna, me pareció el mejor lugar para ser profesora.

— ¿Cómo te has sentido al pasar de ser alumna a profesora?

— La primera semana fue bastante extraña. Al entrar, salir y abrir todos los armarios, me sentí un poco fuera de lugar. Claro, cuando siempre venía como alumna, entraba por el pasillo y me dirigía directamente a mi pupitre para atender las clases, jajaja. Por eso, al principio, rebuscar en las estanterías y en los armarios me resultó extraño y me daba apuro; todavía no había hecho el cambio de mentalidad. Imagina que cuando te invitan a una casa, ni se te ocurre abrir los cajones, por más ganas o curiosidad que tengas.

¡La segunda semana ya me sentía como en casa! Lo mejor son los compañeros; desde el primer día, me han apoyado mucho y siempre están ahí para cualquier cosa que necesite. Están siempre pendientes de mí, y eso es de agradecer.

Resulta curioso que el otro día, paseando por Oiartzun, un grupo de niños que no eran mis alumnos comenzaron a decir “look that’s Nerea 2”. Ya me reconocen, y me hizo mucha ilusión.

— ¿Qué es lo que más te gusta de trabajar en London?

— Sin duda alguna, lo que más me gusta es lo mucho que me río con los alumnos. Estar interactuando con niños todo el rato, intentando que la clase les resulte amena a ellos y también a mí, es muy importante. Las mejores clases son aquellas que pasan volando sin que te des cuenta. ¿Que hay veces que las clases se hacen largas? Por supuesto, y no pretendo que todas mis clases sean super amenas, ya que es imposible, pero intentar que se diviertan es mi objetivo.

Otra cosa que estoy disfrutando es encontrar mi estilo de enseñar. Cada profesor es un mundo, y cada uno tiene su estilo personal y sus trucos. Estoy afinando mi metodología, por así decirlo, descubriendo la maestra que llevo dentro, y es una de las partes de mi trabajo que más estoy disfrutando.

— ¿Algún mensaje que quieras compartir con tus alumnos?

— Aunque tus padres te obliguen a venir a clase y lo consideres un fastidio, ¡no lo es! Cuando empiezas a entender las letras de tus canciones favoritas y puedes entender una película en versión original por completo, es muy gratificante. Que intenten disfrutar cada clase, que intenten aprender lo máximo posible, ¡pero que vengan con ganas de pasarlo bien! De esta manera, todo es más fácil.

London

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